Nuestro amigo Gedeón, alejado de Madrid en épocas estivales, regresa para contarnos la historia de los edificios de la centenaria Gran Vía.
Como todos recordaréis, Gedeón es un personaje atemporal que se desplaza por el tiempo con toda comodidad, trayendo al presente los más remotos recuerdos y las más curiosas anécdotas.
Llegó hace unos día a la Estación del Norte después de un interesante verano por San Sebastián, pero él dice que viene de París... ¿chi lo sa?
Gedeón en la calle de la Princesa
De la Estación del Norte se fue a la casa de su sobrino Galínez, que tiene un
piso de alquiler en la calle Princesa.
Gedeón: - Otra vez en la Villa y Corte dispuesto a contar historias, ahora que los calores se van marchando.
La temperatura del Madrid otoñal hay que aprovecharla para dar paseos, y nada mejor que la calle de la Princesa para hacerlo.
Pasaré un momento por el comercio de mi viejo amigo Adulfo a ver qué novedades tiene sobre teatro y varietés.
Desde finales del XIX lleva el hombre en ese ramo y no se le ve ánimo de pasar a retiro.
Bueno, poco más o menos lo mismo que cuando marché de veraneo; Madrid queda en estado catatónico cuando llega Agosto y no resucita hasta ahora.
Habrá que beber algo para lubricar la lengua, digo yo. Venga que le invito lo que guste aquí cerca, en el 24 de Princesa, donde está el ‘Nuevo Café Europa’, que han inaugurado hace poco... bueno, en 1913.
¡Me gusta caminar por Princesa!
La calle fue inventada allá por el 1862, en tiempos del duque de Sexto como Alcalde-Corregidor de Madrid, y de la Reina Isabel II.
Nace antes de ser la Gran Vía un proyecto, y todo por la buena cabeza de D. Ángel de Pozas, el contratista que en aquel año construyó el Cuartel de la Montaña.
En la zona de Argüelles, que estaba aumentando de población, alzará el barrio que lleva su nombre y creará la ancha calle.
Es una calle aristocrática, de postín, que rinde homenaje a la dos veces Princesa de Asturias e hija de Isabel II, la tan querida por los madrileños María Isabel Francisca de Asís, también conocida como ‘la chata’.
Una calle con vecinos tan importantes como el duque de Alba y tan alocados como D. Fernando Valenzuela, “El Duende”, célebre por sus aventuras y diestro en las cañas y torneos.
También vive por aquí, en el número 55, la señorita Milagros, “La Azucena”, una coupletista de fama cuyo último éxito lo ha tenido nada menos que en el Teatro “A. B. C”.
Lo bien que me lo he pasado con ella, y con otras damas, en la romería de la 'Cara de Dios', que se celebra todos los Viernes Santo en la calle Princesa.
< Miren ustedes, aquí guardo una foto de la romería, es del Viernes Santo de 1912.
¡Que mantones, que garbo, que salero, y que guapas las manolas... y que lista la gitana diciendo la buena fortuna a las muchachas!
Aquellas sí que eran verbenas, como todas las de Madrid. Lo más pagano de lo pagano.
¡Princesa será la prolongación de Gran Vía, amigo mio!
De todas las ventajas que tiene esta calle aireada y amplia, es de destacar su cercanía con el Palacio Real y el propio centro de la Villa por la Plaza de San Marcial (Plaza de España).
Dando un garbeo en poco tiempo estaré cerca de la Puerta del Sol, que tengo yo mucho interés de ver unos
pisos en la calle Mayor que han estrenado recientemente.
Verá que manufactura y que belleza de ornato engalanan la calle con estos edificios y sus lujosos comercios. Cerca está el Consistorio y la Botica de la Reina Madre, adosada que estuvo en su tiempo a la casa de Calderón de la Barca.
La primitiva botica data del año 1592 y fue propiedad del boticario de Doña Isabel de Farnesio, de donde viene dicho título.
Ya le contaré más cosas sobre esta calle algún jueves, ahora no se preocupe usted que enseguida comenzamos nuestro paseo por Gran Vía, que quiero enseñarle el edificio de los Previsores del Porvenir.
Edificio de los Previsores del Porvenir >
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