Hemos conocido los concesionarios de coches de los dos primeros tramos de la Gran Vía; y lo hemos hecho como siempre, comenzando con la Avenida del conde de Peñalver y siguiendo por la de Pi y Margall.
En el tercer tramo, Avenida de Eduardo Dato, no hemos encontrado referencias sobre concesionarios de automóviles, quizá por eso decidimos concluir este tema, dando a conocer el punto de vista de los periodistas de la época en cuanto a la circulación de automóviles se refiere.
La Circulación por Madrid hacia 1910.
La circulación de transportes en los primeros años del siglo XX mostraba un avance lento. Aún transitaban por las nuevas avenidas gran cantidad de carruajes tirados por caballos y el medio de transporte más moderno era el tranvía eléctrico.
Pocos automóviles se veían y los peatones atravesaban las calles por donde les convenía. Esto era motivo de los grandes titulares de la prensa sensacionalista, ya que con la llegada de los primeros automóviles los accidentes eran muy frecuentes.
Real Automóvil Club de España
En 1903 nace el Real Automóvil Club de España, presidido por el duque de Santo Mauro. La institución fomentará el uso del automóvil organizando eventos tales como la carrera París-Madrid de 1903, y colaborará con todo lo relacionado a solventar los inconvenientes de la circulación.
Los locos años treinta
Madrid se mueve al ritmo del foxtrot, el swing, el charleston y, por supuesto, la copla. La Gran Vía es un gran salón de exposición de la extravagancia y el glamour, acompañados del seductor palpitar del neón y el trajín de los automóviles.
En la Europa de 1930 el incremento de los automóviles fue del 9,6% respecto al año 1929. Esto representaba una preocupación mayor que la de regular la circulación. El arquitecto Sr. Ulargui hace un profundo análisis en el artículo 'El problema de la circulación en las grandes ciudades', publicado en el periódico 'El Heraldo de Madrid' del 11 de octubre de 1932.
En la Europa de 1930 el incremento de los automóviles fue del 9,6% respecto al año 1929. Esto representaba una preocupación mayor que la de regular la circulación. El arquitecto Sr. Ulargui hace un profundo análisis en el artículo 'El problema de la circulación en las grandes ciudades', publicado en el periódico 'El Heraldo de Madrid' del 11 de octubre de 1932.
Nada es más gráfico y veraz que las imágenes tomadas en tiempo real en aquel Madrid enloquecido de la década de los 30. Podemos apreciar el tráfico fluido de la Gran Vía y calle de Alcalá, así como el hormiguero en activo de personas y máquinas en la Puerta del Sol.
La necesidad de un sistema de regulación del tráfico estaba en la mente del Ayuntamiento; fue así como nacieron los 'guardias controladores' y se implementaron los semáforos.
El control de la circulación
Como comentábamos, el uso descontrolado de las vías por parte de peatones y conductores daría paso al incremento de los accidentes de tráfico.
Algo impensable si consideramos la velocidad de aquellos aparatos, pero debemos tener en cuenta que eran muy robustos y difíciles de controlar.
También debemos tener en cuenta que convivían tranvías, coches de caballo, automóviles y peatones, todos ellos a la buena de Dios, sin más control que el sentido común.
En la Conferencia de la Asociación Internacional de los Clubs automovilistas, celebrada en Munich en 1928, se abordó el tema de la unificación de las señales en todo el mundo para reducir los riesgos de la circulación.
En ella se tomaron decisiones sobre el diseño de las mismas, así como de aquellas que realizaban los 'controladores'.
De seis signos que utilizaban se reducirían a cinco, estos son:
"Primero. Levantar la mano verticalmente; la palma hacia adelante para detener la marcha de los vehículos.
Segundo. Partiendo de la anterior posición, volver la palma de la mano hacia el otro lado y agitar el antebrazo repetidas veces de adelanta a atrás para que los coches avancen.
Tercero. Brazo extendido, la palma de la mano hacia atrás, para que los coches que vienen por su espalda se detengan.
Cuarto. Partiendo de la anterior posición, mover el brazo horizontalmente hacia el pecho, para dar paso a los coches situados a sus espaldas.
Quinto. Asociar los signos primero y tercero para detener los vehículos que vienen por ambos lados."
El Imparcial - Año LXII - Núm. 21.237, Pág. 3. Madrid, jueves 31 de Mayo de 1928
La nota graciosa la pone Rafael Martínes Gandia en su "Trini. Novela de una muchacha madrileña", que aparecía por entregas en la revista semanal 'Crónica'.
No queremos herir la sensibilidad de ninguna fémina, y entendemos que quien escribe la novela lo hace con la mentalidad del año 1935; por eso preferimos adjuntar el texto:
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En 1932 se distribuían por todo Madrid 346 guardias controladores a pie, 25 a caballo y 21 motorizados.
En la revista de urbanización "La Ciudad Lineal", del 10 de febrero de 1929, aparecen algunas señales luminosas y de timbre utilizadas para el control de la circulación. (ver noticia)
La Circulación en Madrid
En la revista de urbanización "La Ciudad Lineal", del 10 de febrero de 1929, aparecen algunas señales luminosas y de timbre utilizadas para el control de la circulación. (ver noticia)
La Circulación en Madrid
A principios de los años 30 los lugares de más tráfico eran las calles de Alcalá, desde Cibeles hasta la Puerta del Sol; la Carrera de San Jerónimo desde la Puerta del Sol hacia la calle de Nicolás María Rivero; la calle Mayor desde la calle de Ciudad Rodrigo hasta la Puerta del Sol; la del Arenal y la Gran Vía, en sus dos primeros tramos.
Que se cite tantas veces la Puerta del Sol era normal y lo sigue siendo. Allí llegaba la circulación de las calles Alcalá, Mayor, Preciados, Montera y Carretas.
Otros focos de aglomeración de vehículos eran la Red de San Luis, la Plaza del Callao y la calle de Alcalá en su paso por las calles de Sevilla y Peligros.
En horas puntas, entre las nueve menos cuarto y las nueve y cuarto de la mañana, circulaban unos 4.500 vehículos por hora, sin contar a los tranvías.
También el tráfico era intenso por la calle Barquillo, la Cibeles y Glorieta de Atocha, Rondas de Valencia y de Toledo.
Luces y timbres controladores
El cambio de luces, así como el sonido de los timbres controladores, variaba según aumentara o disminuyera la circulación.
Por ejemplo, en la Puerta del Sol el 'disco verde' lucía 50 segundos; el rojo 35 segundos, y 10 segundos el amarillo.
La alternancia de luces se hacía de forma automática, existiendo control lumínico en la Puerta del Sol, en la calle Peligros, Fénix (Alcalá y Gran Vía), Cibeles, Clavel, Red de San Luis y Plaza del Callao.
Cuando la circulación en un sentido era muy intensa y el control lumínico podría colapsar la vía, intervenían los 'guardias controladores' para regular el tráfico.
Nos gustaría continuar con este tema. Todos son interesantes y, en algunos casos, curiosos; pero aún queda mucho por contar.
Por decirlo de alguna manera, ahora viene el plato fuerte, si es que lo anterior os supo a poco, porque comenzaremos a recorrer paso a paso la Gran Vía, de la mano de una compañía muy especial.
Testigo de la inauguración de las obras de Gran Vía y transeúnte que lo fue de ella durante un tiempo, Gedeón, protagonista del “periódico de menos circulación de toda España”, nos mostrará, uno a uno, los edificios de la centenaria avenida.
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